21 de Abril de 2025 | Comunidad

Palabras desde el corazón serrano

Fabricio Díaz, Intendente de Capilla del Monte

Desde Capilla del Monte, tierra de fe y de pueblo comprometido, quiero decir unas palabras que nacen del alma y de esta raíz cordobesa que nos une.

Hoy despedimos a un hermano muy querido, al Papa Francisco, a nuestro Jorge Bergoglio, que partió a la Casa del Padre este 21 de abril de 2025, apenas un día después de la Pascua. Justo después de la fiesta más profunda para los cristianos, cuando celebramos la vida que vence a la muerte.

Francisco fue mucho más que el Vicario de Cristo. Fue el pastor de los sencillos, de los que luchan, de los que muchas veces no tienen voz. Fue un hombre de pueblo, de mirada serena, de palabra clara y de corazón abierto. Un hombre que nos enseñó que la fe se vive sirviendo y que la esperanza no es un lujo, sino un derecho.

Nosotros los cordobeses, no lo sentimos lejos. Él estuvo acá. Caminó por nuestros senderos, respiró el aire capitalino y el de nuestras sierras, buscó respuestas en el silencio de la ciudad de Córdoba y de nuestros paisajes. Entre 1958 y 1960, y después también, entre el ‘90 y el ‘92, Córdoba formó parte de su camino, de su formación, de esa búsqueda honda que lo llevó a ser quien fue.

Y su paso dejó huella.
Lo recordamos también por ese gesto inmenso que fue canonizar al Cura Brochero, nuestro querido Cura Gaucho, aquel que se jugó entero por su gente. Francisco entendió como pocos que la santidad no es cosa lejana ni de vitrinas: es barro, es sacrificio, es compromiso. Y por eso Brochero fue santo para él, como lo fue siempre para nosotros.

Hoy, Francisco descansa. Pero lo que sembró no muere. Sigue latiendo en cada comunidad que abraza, en cada gesto solidario, en cada corazón que elige el amor sobre la indiferencia. Nos deja una misión: seguir construyendo una sociedad más justa, más humana, más de todos.

Desde Capilla del Monte, donde la cultura y la fe se abrazan, lo despedimos elevando una plegaria al cielo. Con tristeza, sí, porque se va un grande. Pero también con alegría y compromiso, porque nos mostró el camino.
Gracias, Francisco. Por tu vida, por tu testimonio, por tu ternura y por tu lucha. Otro mundo es posible, y vos nos lo recordaste con cada gesto.

Que descanses en paz, hermano del alma.